Convivir con vecinos con los que se han creado lazos de amistad puede ser una experiencia maravillosa, pero, supongamos que, el vecino comienza a invadir el espacio personal, interrumpe en momentos de soledad o intimidad. Es decir, existe una violación real de su expectativa de intimidad, esto se vuelve extremadamente ofensivo y puede dar lugar a disputas.

Foto de Noelle Otto en Pexels
Antes que nada, debes conocer que el espacio íntimo es un territorio exclusivo que nadie puede invadir. Esto no solo representa al elemento físico, también hace referencia al ruido, a la sobrecarga de información o a las continuas interrupciones en momentos privados y preciados para ti.
Tal vez, una vecina que pondré por nombre Ana, estaba enferma pero ya le dieron de alta y se encuentra en su hogar recuperándose, por ello, María que vive al frente y ha creado lazos de confianza con su vecina, la visita tres veces por día (mañana, mediodía y noche) todos los días de la semana. Hay un punto en que la familia de Ana y ella misma, ve su espacio personal continuamente invadido por esta persona y esto les ocasiona estrés, porque todo individuo necesita de un espacio personal seguro, para así disminuir las preocupaciones y sentirse protegido.
Este ejemplo, muestra cómo se cruza esa línea de la privacidad que se requiere preservar. De ahí, nace la necesidad imperante de saber colocar límites.
La invasión de los asuntos privados de una persona, sea de manera física o de otra forma, acarrea una responsabilidad cuando la persona a la que se le está invadiendo la intimidad consideraría que la intromisión es enormemente ofensiva y provoca algún tipo de daño, entonces existe una violación real de su intimidad y esto es un hecho ilícito civil presidido mayormente por leyes estatales.
El definir, proteger y hacer respetar el espacio personal, te servirá como una actividad para autoconocerte. De esta manera, sabrás cuáles son tus límites, cuáles son esas barreras rojas que nadie puede cruzar, porque es ahí donde se encuentra tu zona de confort.
Tal vez, una vecina que pondré por nombre Ana, estaba enferma pero ya le dieron de alta y se encuentra en su hogar recuperándose, por ello, María que vive al frente y ha creado lazos de confianza con su vecina, la visita tres veces por día (mañana, mediodía y noche) todos los días de la semana. Hay un punto en que la familia de Ana y ella misma, ve su espacio personal continuamente invadido por esta persona y esto les ocasiona estrés, porque todo individuo necesita de un espacio personal seguro, para así disminuir las preocupaciones y sentirse protegido.
Este ejemplo, muestra cómo se cruza esa línea de la privacidad que se requiere preservar. De ahí, nace la necesidad imperante de saber colocar límites.
La invasión de los asuntos privados de una persona, sea de manera física o de otra forma, acarrea una responsabilidad cuando la persona a la que se le está invadiendo la intimidad consideraría que la intromisión es enormemente ofensiva y provoca algún tipo de daño, entonces existe una violación real de su intimidad y esto es un hecho ilícito civil presidido mayormente por leyes estatales.
Pon límites, cuida tu espacio personal
Es importante que seamos aptos para establecer nuestros límites, pero, también debemos tener en cuenta que hay individuos que se sienten incapaces de preservar su espacio personal. En consecuencia, esto creará problemas emocionales generando un altísimo deterioro psicológico en las personas.El definir, proteger y hacer respetar el espacio personal, te servirá como una actividad para autoconocerte. De esta manera, sabrás cuáles son tus límites, cuáles son esas barreras rojas que nadie puede cruzar, porque es ahí donde se encuentra tu zona de confort.